En mi casa podría faltar algunas comodidades más nunca un diario. Crecí escuchando de política y soy
de una generación que creció en una dicotomía que duró muchos años: ser aprista
o ser antiaprista. No había medias tintas. Eso llevó también a que el Partido del
Pueblo, la Alianza Popular Revolucionaria Americana, se fortaleciera al influjo de la
lealtad al Jefe y al Partido, a la hermandad y la militancia que se transmitía
de abuelos a padre y a hijos.
Lo primero que recuerdo del APRA es la “convivencia” APRA-UNO. Aprendí a
leer por mi afición al fútbol y a la política, siendo mis primeras fuentes dos
medios antiapristas; El Comercio y Oiga.
Mucho se criticó esa alianza parlamentaria y la historia advierte un
periodo de enfrentamiento con el primer gobierno del Presidente Belaúnde, que
terminó con el Golpe Militar de la Junta Militar encabezada por el General
Velasco. En el llamado “septenato” (1968-1975) el APRA fue combatida con
ensañamiento desde la derecha hasta la izquierda, siendo el actual Canciller
uno de sus más furibundos atacantes desde el Diario Expreso.
En esa etapa de persecución, su líder Haya de la Torre estuvo en Europa,
bebiendo de las corrientes políticas y a la caída de Velasco, nuevos vientos
soplaron. El APRA fue la primera mayoría en las elecciones para el Congreso
Constituyente en 1978 y Haya de la Torre, ocupó por primera vez un cargo de
elección popular, no porque no hubiera sido así antes sino que el antiaprismo le
negó esa oportunidad en los años aurorales de los 30s del siglo pasado y en
1962 donde un golpe desconoció su triunfo en las ánforas. Haya antes de su
muerte firmó al autógrafa de la Constitución que luego regiría hasta 1993. Su
entierro fue una de las más grandes manifestaciones políticas de las que
recuerde,; junto, paradójicamente, con el sepelio de uno de sus más grandes
enemigos o sea el General Velasco.
Haya fundó el APRA un 7 de mayo 1924
como un gran frente de trabajadores manuales e intelectuales, enarbolando un
Programa de Cinco Puntos que se plasma
en su libro fundacional “EL ANTIMPERIALISMO Y EL APRA” (por ello su símbolo es
una estrella de cinco puntas). Desde sus inicios el APRA fue perseguida por
enfrentarse a las dictaduras de entonces y tres décadas después, el propio Haya
hace una revisión de sus tesis iniciales y desde la Plaza San Martín, anuncia
una vía alterna (“ni con Washington ni con Moscú). Sin duda alguna Haya fue un
visionario cuyo mensaje no ha sido aún valorado como debería ser.
A su muerte, en 1979, Haya encarga a Armando Villanueva el destino del
APRA. Pese a su derrota electoral en 1980, Villanueva logra imponer una línea
política que llevó a la Presidencia al joven Alan García en 1985. La crisis de
los 80s cuyo origen se incuba en los 70s con el Gobierno Militar estalla en el
segundo gobierno de Belaúnde y todo colapsa tras un desastroso gobierno de García
(1985-1990). Sin embargo la historia le daría una segunda oportunidad al APRA y
a Alan García, que desde nuestro punto de vista, no desaprovecharon. Sin temor
a equivocarme, fue un periodo de crecimiento y de desarrollo, cuyas bases sin
lugar a dudas fueron puestas por el Presidente Fujimori en los 90s.
A pocos días de la muerte de uno de sus último líderes históricos, Armando
Villanueva, DTB quiere rendir homenaje al pensamiento de Haya, a sus líderes
que como Armando sacrificaron sus vidas en procura de sus ideales. Villanueva
es símbolo de lealtad y consecuencia que los políticos de hoy deberían aprender
como norma de vida.
En una coyuntura oscura e incierta el APRA tiene una tarea enorme, no solo
enfrentar los nubarrones “bolivarianas” sino enarbolar una de las banderas que
Haya, Villanueva y otros nunca arriaron: “PAN CON LIBERTAD”.
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